La Biblioteca de la UNMdP tendrá un espacio con material antiguo

Material raro, curioso, primeras ediciones, volúmenes autografiados por personajes ilustres, son algunas de las cosas que se podrán encontrar en el Fondo Antiguo que se inaugurá el viernes 25 la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Este espacio es el fondo bibliográfico que integra la colección de manuscritos e impresos del siglo XIX y XX, así como también aquellos que presentan características particulares como puede ser todo el material editado por la Universidad desde su creación.
Alberga también colecciones especiales como por ejemplo la del Licenciado Alberto Vilanova especializada en temas de psicología, el fondo Bombardieri sobre Mar del Plata y la colección Molinari referida a fuentes y publicaciones periódicas del siglo XIX. Así lo explicaron Oscar Fernández, director Biblioteca Central; Claudia Gómez, responsable del Fondo Antiguo; Graciela Di Iorio, Extensión Cultural, y Lucas Frickmann, encargado de la digitalización.
Una de las perlitas que guarda este Fondo son dos tomos de ordenanza de Felipe II de 1681 que están escritas en francés y que fueron recuperadas. También hay material interesante como la colección completa de las revistas Mundo Peronista y una colección de revistas llamada Miriam. También hay ejemplares autografiados por Alfonsina Storni, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, entre otras cosas.
El objetivo es ofrecer acceso público a un fondo bibliográfico, anterior al siglo XIX y de gran valor para la historia de la ciencia y de las humanidades, así como de la propia institución, la Biblioteca Central ha comenzado un ambicioso proyecto de digitalización del material resguardado en el fondo antiguo.
De esta manera la Biblioteca facilita la disponibilidad de sus recursos a la vez que contribuye a la difusión y conservación de su colección bibliográfica y documental, se indicó.

Rezagos de historia marplatense en la feria de los coleccionistas


Reactualizando la poesía discepoliana, internet alberga un cambalache virtual, una infinita “vidriera irrespetuosa” donde las biblias y los calefones cohabitan con reliquias más jóvenes: desde radios Spica hasta medallas de la guerra de Malvinas.
Una vasta simbología del pasado se oferta en “la red”, donde proliferan páginas que parecen marcar un auge del coleccionismo y en las que todo objeto que sobrevivió a su época adquiere disímil valor comercial según las reglas del extravagante mercado.
En la inmensidad de esa feria virtual abundan artículos vinculados con la identidad de Mar del Plata, empezando por postales y fotos antiguas que ocupan el más fecundo “escaparate” y cuyos precios evolucionan desde los cinco pesos hasta multiplicar varias veces ese valor. Muchas de ellas son placas estándar que testimonian los cambios que experimentaron los más tradicionales paisajes marplatenses desde sus albores turísticos hasta un pasado más o menos reciente. Pero hay, también, una profusa oferta de antiguas fotografías personales ambientadas en Mar del Plata que, jamás sabremos porqué, salieron de los arcones familiares para caer en este circuito comercial.
Es sabido que entre fines del siglo XIX y principios del XX la aristocracia argentina veraneaba en Mar del Plata y que una de sus costumbres era retratarse en sitios emblemáticos –la “rambla francesa”, preferentemente- para enviar esas fotos a sus relaciones y así acreditar su estancia en la “Biarritz argentina”. Aquellas placas, mostrando elegantes pero anónimos personajes, están hoy en oferta y algunas se cotizan por diversas particularidades como, por ejemplo, llevar el sello del estudio A.Witcomb.

El fotógrafo de la sociedad

En 1878, el inglés Alejandro Witcomb montó uno de los estudios fotográficos más famosos de Buenos Aires y luego instaló sucursales en Mar del Plata y Rosario. Su colección de más de 300 mil negativos de vidrio está en posesión del Archivo General de la Nación y testimonia la vida social de la época, incluyendo, por supuesto, aquel hábito aristocrático de veranear en Mar del Plata. Como queda dicho, numerosos originales pasaron de mano en mano y hoy, lejos del esplendor de la belle epoque, se ofertan en el mercado de internet.
Rastreando los resabios de glorias pasadas, no debe extrañar que alguien, desde algún lugar de Balvanera, ponga a la venta por 600 un trofeo de plata que en 1941 obtuvo la múltiple campeona de golf Ana María Pegasano al adjudicarse la copa “Ocean Club” en esta ciudad. Y como los contrastes de la feria prorrumpen sin orden cronológico, un cenicero plástico de confitería “Manolo” –plateado y no muy antiguo- se oferta “para coleccionistas” a la módica suma de seis pesos y una guía telefónica de 1948, con la publicidad de "Casa Muñoz" en su portada cotiza en 100 pesos.

Fichas y fichas

Un juego de antiguas fichas del Casino de Mar del Plata (18 piezas) puede conseguirse por 220 pesos. Y como símbolo de otra realidad social, aparece una variada gama de aquellas "fichas de estancia" que comenzaron a emplearse en las últimas décadas del siglo XIX. Se trataba de monedas acuñadas o de simples trozos de lata marcados a punzón que los peones recibían como pago. Tenían un valor numeral y, finalizado el día, la semana o la quincena, se canjeaban por dinero. Su origen se atribuye a la falta de circulante y, como es sabido, derivó en abusos al convertirse las fichas en una cuasimoneda que el peón debía emplear en almacenes o proveedurías que a veces pertenecían al propio empleador. En el mercado virtual se ofertan piezas pertenecientes a establecimientos de la zona, como la estancia Las Armas, perteneciente a la familia Ortiz Basualdo, artífice de la mansión de Colón y Viamonte (1909) donde hoy funciona el museo municipal de arte Miguel Angel Castagnino.

Latas, carteles, vajilla

En esa nutrida oferta de íconos marplatenses, un viejo cartel publicitario de la firma Havanna -“chapa calada y acrílico impreso”- cotiza en 260 pesos. Y las antiguas latas de alfajores, algunas de ellas decoradas con clásicas postales de la ciudad, pueden obtenerse desde una cuarta parte de aquel valor.
Los viejos carteles enlozados que hace algunas décadas señalizaban las calles y que se veían clavados en postes u ochavas se ofertan por 100 pesos. Y por el 5 por ciento de ese valor los filatelistas tienen oportunidad de acceder a una estampilla con la imagen de la rambla y el Casino de Mar del Plata.
Del profuso stock de vajilla antigua promocionada en la red, emerge un plato hondo de acero inoxidable en cuya base hay acuñadas dos inscripciones. Una acredita que la pieza perteneció al Hotel Hermitage, erigido en la década del 40. Otra, que fue fabricada por la firma “Los Mellizos”, fundada en Buenos Aires en 1884.

Los festivales de cine

Sendos dibujos “a lápiz” del dibujante Roberto Lino cotizan a menos de 40 pesos y nos remontan al Festival Internacional de Cine de 1959. Uno de ellos perpetúa al actor inglés Kenetth More con la gorra de marino que empleó en 1958 para interpretar al oficial Herbert Lightoller en el film “La última noche del Titanic”. El otro, muestra a una juvenil y sonriente estrella cinematográfica del momento: Elsa Daniel. Ambos dibujos tienen como garantía de su fecha original una estampilla de 40 centavos y el matasellos de Mar del Plata fechado el 14 de marzo de 1959.
A estas reliquias no le va en zaga un menú de la confitería París, que brilló durante décadas en la Rambla Casino y fue famosa por sus shows de primer nivel. De hecho, el menú incluye la programación artística de la temporada 66-67. La borrosa fotografía insertada en el aviso no permite leer los nombres de las estrellas contratadas aquel año, pero un precario trabajo de "criptología casera" posibilita recatar al menos uno de ellos: Roberto Yanés.

Recuerdos históricos

Por 11 dólares, el mercado propone una medalla acuñada el 21 de marzo de 1909 para homenajear post mortem a Ernesto Tornquist, importante empresario que dejó improntas en la vida nacional y local. De hecho, el Torreón del Monje es fruto de uno de sus emprendimientos en la ciudad. Otra pieza histórica que aparece en venta por 140 pesos es una medalla de 1938 que testimonia la inauguraciòn del "camino Buenos Aires Mar del Plata", actual Autovìa. Y por el mismo precio, aflora una medalla de 1939 acuñada para celebrar "las obras de Urbanización de la Playa Bristol de Mar del Plata" que grafica en relieve la obra del arquitecto Alejandro Bustillo, incluyendo los edificios del Casino Central y del Hotel Provincial.
Como se ve, en la vidriera de internet se ha mezclado la vida pero -visto desde una óptica más amable- la insólita feria preserva del olvido entrañables símbolos marplatenses.