Las fotos están publicadas en una revista "Gente" de hace un par de años, en el contexto de un artículo sobre "las ondas" del 1900. "Mar del Plata -se consigna- era el balneario más top de la Argentina, la Biarritz de Sudamérica. Apellidos tradicionales como Aklzaga Unzué, Peralta Ramos, Gainza Paz, Bullrich, entre otros, pasaban los tres meses de verano en sus mansiones de playa. Las temporadas -se añade en ese informe- se inauguraban con grandes conciertos en los salones del hotel Bristol y los paseos por la nueva Rambla (la anterior se había incendiado en 1905) eran lo más de entonces". También se apunta que muy pocos sabían nadar y sólos se les permitía entrar en el mar tomados de una soga. "El único traje de baño permitido es aquel qyue cubra el cuerpo desde el cuello hasta debajo de la rodilla", decía el edicto policial que redactó el prefecto de Mar del Plata, Hilario Rubio, un caluroso día de enero de 1892.
En enero de 1928, la revista "El hogar" marcaba las tendencias de la época. Causaba furor la sombrilla japonesa. "Las porteñas -señalaba el artìculo- adaptan la sombrilla japonesa para la playa o para pasear por la rambla". Ellas lucían bien tapadas del cuello a la rodilla. Estaba prohibido mostrar los muslos. Ni los hombres podían hacer topless. Recién en los años 20 las mallas comenzaron a aligerarse un tanto. Los bañadores eran de algodón grueso.
En la década del 30, el historiador Félix Luna andaba en bicicleta por la costa marplatense. En un reportaje publicado por la revista "Gente" recordaba que las familias "ibamos a la playa por la mañana, hasta la una. Por la tarde, las playas eran para el servicio doméstico. División táctica, podría decirse".
Los Luna -padre, madre, el jóven Félix y sus seis hermanas- solían llegar a la costa días antes de Navidad, luego de un interminable viaje en ferrocarril. Como todos en aquellos tiempos, se aprovisionaban en la entonces tiende Los Gallegos. Y se instalaban en las tierras que ahora ocupa el Hotel Hermitage. "Allí mi abuelo tenía una casa que parecía un castillo francés, con grandes desvanes y un jardín enorme. Hoy no podría existir semejante espacio, un cuarto de manzana frente al mar sólo para una familia", asegura Luna
-Otra Mar del Plata, otros tiempos...
-Por supuesto, una Mar del Plata para una elite. Venir a Mar del Plata era un símbolo de status. Todavía no había llegado el turismo masivo.
-Todavía.¿Cuándo comienza entonces?
- Entre el ´46 y el ´48, con las nuevas leyes de trabajo, las vacaciones pagas y los hoteles de los sindicatos. Fue una evolución natural y feliz. El veraneo se popularizó en tiempos de Perón.
- ¿Cuándo se descubre Mar del Plata como centro turístico?
- Cuando tomar baños de mar era sólo para exóticos. ¡Si nadie sabía nadar! Y mucho menos los marineros. Si un marinero se caía al agua, se ahogaba: ésas eran las reglas del juego.
Desde Playa Bristol, bajo el toldo que su familia alquilaba por toda la temporada, Félix Luna observaba las sogas que entraban al ras del agua, de donde se agarraban las señoras mayores y los más chicos para enfrentar las embestidas del mar. Los bikinis ni siquiera existían en las fantasías de los más liberales. "Las mallas se fueron reduciendo con el tiempo. Yo he visto mallas enterizas de unos géneros horribles y pesados, que cuando se llenaban de agua eran un espanto. Negras, casi todas. Y en cuanto a los varones, sólo a los más chicos se les permitía pantalón de baño y pechera. ¡Nada de andar con el torso al aire...!
En enero de 1928, la revista "El hogar" marcaba las tendencias de la época. Causaba furor la sombrilla japonesa. "Las porteñas -señalaba el artìculo- adaptan la sombrilla japonesa para la playa o para pasear por la rambla". Ellas lucían bien tapadas del cuello a la rodilla. Estaba prohibido mostrar los muslos. Ni los hombres podían hacer topless. Recién en los años 20 las mallas comenzaron a aligerarse un tanto. Los bañadores eran de algodón grueso.
En la década del 30, el historiador Félix Luna andaba en bicicleta por la costa marplatense. En un reportaje publicado por la revista "Gente" recordaba que las familias "ibamos a la playa por la mañana, hasta la una. Por la tarde, las playas eran para el servicio doméstico. División táctica, podría decirse".
Los Luna -padre, madre, el jóven Félix y sus seis hermanas- solían llegar a la costa días antes de Navidad, luego de un interminable viaje en ferrocarril. Como todos en aquellos tiempos, se aprovisionaban en la entonces tiende Los Gallegos. Y se instalaban en las tierras que ahora ocupa el Hotel Hermitage. "Allí mi abuelo tenía una casa que parecía un castillo francés, con grandes desvanes y un jardín enorme. Hoy no podría existir semejante espacio, un cuarto de manzana frente al mar sólo para una familia", asegura Luna
-Otra Mar del Plata, otros tiempos...
-Por supuesto, una Mar del Plata para una elite. Venir a Mar del Plata era un símbolo de status. Todavía no había llegado el turismo masivo.
-Todavía.¿Cuándo comienza entonces?
- Entre el ´46 y el ´48, con las nuevas leyes de trabajo, las vacaciones pagas y los hoteles de los sindicatos. Fue una evolución natural y feliz. El veraneo se popularizó en tiempos de Perón.
- ¿Cuándo se descubre Mar del Plata como centro turístico?
- Cuando tomar baños de mar era sólo para exóticos. ¡Si nadie sabía nadar! Y mucho menos los marineros. Si un marinero se caía al agua, se ahogaba: ésas eran las reglas del juego.
Desde Playa Bristol, bajo el toldo que su familia alquilaba por toda la temporada, Félix Luna observaba las sogas que entraban al ras del agua, de donde se agarraban las señoras mayores y los más chicos para enfrentar las embestidas del mar. Los bikinis ni siquiera existían en las fantasías de los más liberales. "Las mallas se fueron reduciendo con el tiempo. Yo he visto mallas enterizas de unos géneros horribles y pesados, que cuando se llenaban de agua eran un espanto. Negras, casi todas. Y en cuanto a los varones, sólo a los más chicos se les permitía pantalón de baño y pechera. ¡Nada de andar con el torso al aire...!