Alguna vez fue la avenida del ruido. Constitución cobraba vida propia, y en cada cuadra, uno o dos boliches convocaban en las noches veraniegas a millares de jóvenes. Eran otros años. Es más: algunos pagaban una entrada en una "boite" y si se aburrían o no lograban su objetivo, se trasladaba hasta otra donde también el movimiento era intenso.
La avenida Constitución fue sede también de algunas historietas de Isidoro Cañones. Hoy quedan algunos locales bailables, verdaderos centros nocturnos, como Sobremonte, Chocolate y Gap pero en comparación al panorama de años anteriores, todo ha cambiado.
La "movida nocturna" hoy parece pasar por la calle Alem, y los pubs de Hipólito Yrigoyen con los problemas propios de esta época.
Días atrás, revisando entre papeles, folletos y revistan que se acumulan en las oficinas de cualquier diario, apareció este libro con fotos de aquellos años. Aqui van entonces para disfrutarlos y recordar aquellos años, esperando los aportes de los lectores del blog.
Constitución, "la avenida del ruido", en los 70 forjó parte de la identidad del balneario y estaba llena de boites de moda.
Guillermo Villarreal, en un artículo publicado en el diario Clarín recordaba que no había otra cosa, ni farmacias, ni inmobiliarias, ni hipermercados. Nada, sólo exclusivas boites. No pisar la pista de alguna de ellas era como no haber venido a Mar del Plata. El perfil de Constitución cambió, pero la avenida del ruido subsiste con megadiscotecas y pubs.
En la década del 70 forjó parte de la identidad de la ciudad. Desde la ruta 2 hasta la costa había unos treinta boliches, y se diferenciaban por el estilo musical.
"Era otra cosa. No ibas a ver a nadie de zapatillas ni mal vestido. Todo el mundo se preparaba para ir a la avenida porque sino no existías", recordó Juan Carlos Olivito, que desde 1972 y durante 15 años fue el disc jockey de Sun Set. Por su pista levadiza pasaron todas las figuras de la farándula y era muy común ver entrar a Ringo Bonavena fumando un habano o a un rockero Guillermo Vilas tomando un trago en la barra.
Según ese artículo, en cuanto a la moda, se hacía referencia a camisas de solapas anchas, pantalones pata de elefante y mocasines relucientes para ellos. Ellas, minifaldas y botas altas, aun en pleno verano. Podría decirse que los looks son los mismos que ostentaban Isidoro Cañones y su amiga Cachorra en sus escapadas a Mar del Plata. De hecho, el creador de la historieta, Dante Quinterno, regaló al boliche un cuadro con una serie de Isidoro en Sun Set.
Fue la época de los discos de vinilo. "Había que tener oído para cortar y mezclar", cuenta "el Negro" Olivito. Su apodo viene de su preferencia por el soul. La rutina de las discos comenzaba con lentos desde las 22. Y desde la una, "movidos" hasta la salida del sol.
"En 1974, cuando la ciudad cumplió 100 años, todos los boliches sacaron los parlantes a la calle y convirtieron a la avenida en peatonal". Es una de las fiestas que recuerda Olivito, pero en realidad, dice, "entonces había fiesta todos los días".
La mayoría de las boites, como llamaban entonces a los boliches, desaparecieron. Estaban Beduinos, Bossa Nova, Llao Llao (el primero de Constitución; ahora hay un edificio de departamentos), Kokeshi, Canela, Aloha y Mau Mau, entre otros. Y dos inolvidables: Enterprise, que deslumbró por su arquitectura; emulaba un platillo volador y en la puerta atendía un robot, y El Castillo (después paso a ser Simbiosis y hoy es un gimnasio).
La avenida Constitución fue sede también de algunas historietas de Isidoro Cañones. Hoy quedan algunos locales bailables, verdaderos centros nocturnos, como Sobremonte, Chocolate y Gap pero en comparación al panorama de años anteriores, todo ha cambiado.
La "movida nocturna" hoy parece pasar por la calle Alem, y los pubs de Hipólito Yrigoyen con los problemas propios de esta época.
Días atrás, revisando entre papeles, folletos y revistan que se acumulan en las oficinas de cualquier diario, apareció este libro con fotos de aquellos años. Aqui van entonces para disfrutarlos y recordar aquellos años, esperando los aportes de los lectores del blog.
Constitución, "la avenida del ruido", en los 70 forjó parte de la identidad del balneario y estaba llena de boites de moda.
Guillermo Villarreal, en un artículo publicado en el diario Clarín recordaba que no había otra cosa, ni farmacias, ni inmobiliarias, ni hipermercados. Nada, sólo exclusivas boites. No pisar la pista de alguna de ellas era como no haber venido a Mar del Plata. El perfil de Constitución cambió, pero la avenida del ruido subsiste con megadiscotecas y pubs.
En la década del 70 forjó parte de la identidad de la ciudad. Desde la ruta 2 hasta la costa había unos treinta boliches, y se diferenciaban por el estilo musical.
"Era otra cosa. No ibas a ver a nadie de zapatillas ni mal vestido. Todo el mundo se preparaba para ir a la avenida porque sino no existías", recordó Juan Carlos Olivito, que desde 1972 y durante 15 años fue el disc jockey de Sun Set. Por su pista levadiza pasaron todas las figuras de la farándula y era muy común ver entrar a Ringo Bonavena fumando un habano o a un rockero Guillermo Vilas tomando un trago en la barra.
Según ese artículo, en cuanto a la moda, se hacía referencia a camisas de solapas anchas, pantalones pata de elefante y mocasines relucientes para ellos. Ellas, minifaldas y botas altas, aun en pleno verano. Podría decirse que los looks son los mismos que ostentaban Isidoro Cañones y su amiga Cachorra en sus escapadas a Mar del Plata. De hecho, el creador de la historieta, Dante Quinterno, regaló al boliche un cuadro con una serie de Isidoro en Sun Set.
Fue la época de los discos de vinilo. "Había que tener oído para cortar y mezclar", cuenta "el Negro" Olivito. Su apodo viene de su preferencia por el soul. La rutina de las discos comenzaba con lentos desde las 22. Y desde la una, "movidos" hasta la salida del sol.
"En 1974, cuando la ciudad cumplió 100 años, todos los boliches sacaron los parlantes a la calle y convirtieron a la avenida en peatonal". Es una de las fiestas que recuerda Olivito, pero en realidad, dice, "entonces había fiesta todos los días".
La mayoría de las boites, como llamaban entonces a los boliches, desaparecieron. Estaban Beduinos, Bossa Nova, Llao Llao (el primero de Constitución; ahora hay un edificio de departamentos), Kokeshi, Canela, Aloha y Mau Mau, entre otros. Y dos inolvidables: Enterprise, que deslumbró por su arquitectura; emulaba un platillo volador y en la puerta atendía un robot, y El Castillo (después paso a ser Simbiosis y hoy es un gimnasio).