De Frisco Bay al despacho de Cristina

Allá por los 80, uno de los grandes boliches de Mar del Plata era Frisco Bay. En el predio del Waterland, allá por la ruta 88, se levantaba esta disco que rápidamente se convirtió en uno de los lugares preferidos por los jóvenes marplatenses.
Numerosas grupos de rock pasaron por allí. Fueron memorables los recitales de Charly, de Los Twist, pero sin dudas, quien tenía predilección por ese lugar, ofreciendo allí show inolvdiables, era Miguel Abuelo. Con su grupo, "Los Abuelos de la Nada", donde ya descollaba el joven tecladista, Andrés Calamaro, siempre dio que hablar.
Pero los memoriosos también recuerdan a "Aime". Era el organizadores de las principales fiestas, el que "manejaba" Frisco.
"Aime" sigue manejando cosas importantes. Pasaron los años, se recibió del licenciado en Economía, se desempeñó en la esfera privada, también en el sector pùblico, y hoy aparece en todos los medios del país. ¿Quien es Aime?. Nada más y nada menos que Amado Boudou, titular de la Anses, de quien mucho se ha hablado en estos días a raíz de la estatización de las jubilaciones y la eliminación de las AFJP.
Según un perfil de Boudou -coleccionista de lapiceras, aficionado a la guitarra y soltero empedernido-publicado por el diario La Nación, "Aime", marplatense de 45 años, no tiene el perfil clásico de un militante de la causa de Néstor Kirchner y del campo "nacional y popular": se doctoró como economista en la universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos Argentinos (CEMA), bastión de la ortodoxia liberal, donde también cursó un posgrado.
El CEMA fue la cantera de los economistas "neoliberales" de la época de Carlos Menem, como Roque Fernández, ex ministro de Economía, Carlos Rodríguez, ex jefe de asesores de aquel ministro y Pedro Pou, ex presidente del Banco Central.
Pero eso fue en los denostados años 90. Si bien nació en Capital Federal, se crió en Mar del Plata, en cuya universidad se graduó como economista con diploma distinguido y promedio de 8,19. Sus amigos lo reconocen como un hombre sociable, extrovertido y simpático.
Suele amenizar reuniones sociales con una informal banda de rock , "un rejunte musical", que formó con su hermano, que toca el bajoo y Amado, la guitarra eléctrica.
Eso ocurrió en la última fiesta de fin de año en la Anses, donde Boudou fue el centro del show. En sus horas libres, se perfecciona con un profesor de música.
Le apasiona el fútbol , es simpatizante de Tigre, "como buen amigo de Sergio Massa", pero ya no juega, afectado por una vieja lesión en la columna. En cambio, practica tenis y golf. El deporte y la política le impusieron en los últimos días una dieta estricta para conservar su línea y su cuidado aspecto físico.
Aquel "Aime" fanático de Los Abuelos de la Nada, hoy es uno de los funcionarios con más llegada a la Presidenta de la Nación y trabaja por otros abuelos. Como en los 80, aunque desde otra función, está en el baile.

Vamos de paseo...

Los escuché atentamente, y cuando terminaron con sus intercambios de experiencias recordé lo que sucedía hace algunos años, por lo que no pude impedir que se me escapara un "ustedes no tienen idea lo que era viajar en la ruta con los pibes".

Pero vamos por parte, porque de lo contrario, los lectores de este blog no entenderán de qué hablo. Daniel, digamos que se llama Daniel (para ser sincero, se llama Daniel, para qué tanta vuelta!), rozando los 30 él, decía orgulloso a sus dos colegas, misma edad prácticamente -todos convertidos en padres en los últimos cinco años- que le había cambiado la vida el DVD portátil.

¿Cómo?

Sí, que la vida la había cambiado con el DVD portátil. Esto es que viajó a Buenos Aires sin que la bestia atada con el cinturón de seguridad en la asiento trasero -léase su hijo de cuatro añitos- haya abierto la boca en todo el periplo salvo para pedir pis a la altura de "Minotauro". El mocoso viajó "hipnotizado" con la última de Disney y ni se escuchó. Un santo, un angelito, viajando en el asiento trasero 400 kilómetros sin hacerse notar. No exagero si les digo que mis compañeros/as de laburo padres recientes, compran el DVD portátil antes que el placard. Y los felicito. Han logrado extirpar un problema que era histórico.

¡Lo que hubiese pagado por ese aparatito cuando viajé con mis tres salvajes hasta Mendoza teniendo ellos 8,4 y 2 añitos respectivamente!. Les hubiese alquilado todo Blockbuster, te aseguro. No señores, no teníamos DVD portátil. Esos eran viajes.

No teníamos DVD portátil pero si cojones. Porque había que tener cojones para hacer centenares de kilómetros con tus hijitos, jugando al "veo-veo", al descubrir figuras en las nubes o al apostar por el color que tendría el primer auto que vendrá de frente. ¡Ma que DVD portátil..!.

Es más, las costumbres pasan de generación en generación, por lo que en una oportunidad, violando todas las reglas pedagógicas, hice con el del medio lo mismo que treinta años antes había hecho mi viejo conmigo. El "nene" estaba insoportable, matándose con sus dos hermanos en el asiento trasero. "Vos me tocaste primero", aducía y lanzaba roscasos a diestra y siniestra encendiendo los llantos y gritos de sus brothers.

"Calmate o freno y te bajo", lo asuste en diez oportunidades en otros tantos kilómetros, mientras mi esposa tomaba mate y mirándome sin decir nada daba a entender algo así como "en este viaje, de estos salvajes te ocupas vos. Conmigo lidian 360 días al año. Estos cinco días son todo tuyos", me decía sin decirme. Pero volvamos al punto.

De cuarta a tercera, de ésta a segunda y luces intermitentes encendidas para detenerme en la banquina. "Bajá", ordené con la puerta abierta. No parpadeaba el guachón, mientras sus hermanos paraban de llorar. Para unos empezaba lo bueno y para él, la tragedia. Bah, eso creía yo. "Bajá carajo", ordené gritando.

El pibe se bajó. Puchereó. Si, puchereó, pero se la bancó. Me midió, estoy seguro, porque estos salvajitos ven abajo del agua, viven adelantados. Al toque se dio cuenta que no arrancaría dejándolo tirado al lado de la ruta. Pero me siguió el juego.

"¿Te vas a portar bien?", pregunté samarreándolo un poco.

Sólo movió la cabeza. Subió, y en no más de dos minutos todo había terminado.

Creo que mi viejo alcanzó a arrancar, conmigo abajo del auto, y hacer 60 o 70 metros . Tuvo más coraje que yo treinta y pico de años antes.

El viaje se reanudó con tranquilidad. El silencio fue total durante algunos kilómetros, aunque como lo sabrá cualquier padre, nada es eterno. A la media hora todo se había convertido en un caos nuevamente.

De haber tenido un DVD portátil, ahora que lo pienso, estoy seguro que hubiese recorrido el país en auto. Es más, ahí debe estar una de las claves del crecimiento del turismo interno, de la explosión de visitas a Tucumán, Salta, el Valle de la Luna o la Patagonia. Se lo deben al DVD portátil, a la calma en el asiento trasero. A la paz que supieron comprar en 12 cuotas con tarjeta estos padres jóvenes para quienes ahora sí, "el viajar es un placer"...

¡No conocía a los Space Invaders!


Reconozco que lo miré con ganas de golpearlo. Lo aprecio mucho, sabe mucho, muchísimo, de internet, blogs y todo lo que sale y que tiene que ver con la computación. Por eso, cuando en medio de una charla me miró sin entender que eran los "Space Invaders", tuve el primer impulso de acogotarlo. El segundo impulso, más reflexivo, cinco días después, fue el de escribir unas líneas para que él mismo las suba en este blog y de paso aprenda.

Estos cyber mocosos que parecen haber nacido con el "Fifa 98" en la cuna, que creen que los años o las eras se dividen entre APS o DPS (Antes de la Play Station o Después de la Play Station) no pueden desconocer que los Space Invaders marcaron nuestra adolescencia, se llevaron todos nuestros ahorros en la Sacoa y aún hoy, nos mantienen tensos frente a las pantallas mientras van bajando los bichitos.
¡Agarren los libros chicos! "Googleen", como dicen ahora, pongan "Space Invaders" y busquen, que hay material de sobra. Pero por favor, nunca más nieguen la existencia.

De todos modos, antes de que se me piante un lagrimón, editaremos en este blog algunos datos, muchos de los cuales aparecen en Wikipedia. "Space Invaders" nace en 1978 para converturse en uno de los videojuegos más importantes de la historia. Su objetivo es eliminar a una serie de alienígenas invasores del espacio.
Su creador fue Toshihiro Nishikado, un diseñador japonés de la Taito Corporation. El éxito del juego fue enorme y se transformó en un fenómeno comercial: al cabo de poco tiempo era posible comprar todo tipo de merchandising relacionado con esta creación (libros , discos , camisetas...).
Además no tardaron en salir los primeros clones. Debido a que Space Invaders, aunque parezca imposible, no estaba sujeto a copyright, varios productores de videojuegos lo clonaron sacando a la venta juegos como: Space Invaders Deluxe, Super Invaders o Fast Invaders, se expresa en Wikipedia.

¿Cómo se juega? (¿En serio habrá alguien que no haya jugado nunca?) El juego tiene una estructura muy simple pero apasionante. El jugador controla un cañón que puede moverse a la derecha o izquierda y un botón de disparo. Tiene que ir destruyendo los aliens invasores (de los cuales hay tres tipos: con forma de calamar, de cangrejo y de pulpo) que van acercándose a la tierra cada vez más rápidamente. Cada tanto aparece en la pantalla, por encima de los invasores, un platillo volador que se mueve aleatoriamente de derecha a izquierda o de izquierda a derecha y que no agrega una puntuacion definida, sino que los puntos que otorga cambian cada vez.
Para tener mas éxito en el juego, se debe eliminar la fila que se acerca a uno de los lados del monitor disparando a los invasores uno a uno e ir alternando dicho proceso.
Además, existen cuatros escudos de protección terrestre (más parecidos a búnkeres) que nos cubren del fuego alienígena, aunque también nos dificultan disparar desde detrás de ellos.
En Sacoa se podía jugar a los Space Invaders en unas mesas que estaban cerca de la zona donde se celebraban los cumpleaños. Te podías pasar horas allí intentando batir tu propio récord.
Cuentan los que sabe que gracias al inmenso éxito de este videojuego, en Japón empezó a haber gran escasez de monedas, dado que eran utilizadas en las salas de videojuegos. El gobierno tuvo que aumentar el número de monedas para hacer frente a la emergencia.
En una página de internet, space-invaders.com se publican fotos de los "invaders" en paredes y edificios de distintas partes del planeta.
Cumplido el objetivo de explicarle a quienes no conocen a los Space Invaders qué es lo que se han perdido, me despido porque me dieron ganas de jugar un rato y bajar esos bichos con formas de calamares, cangrejos y pulpos.

Los chicos ya no juegan en la calle

No había que ser muy inteligente como para darse cuenta. Lo cierto es que un estudio revela que la falta de momento para jugar libremente, afecta el desarrollo de los niños.
¿Qué será del futuro de estos pibes?. Nadie puede definirlo claramente, pero hoy poy hoy se están perdiendo muchos juegos que quienes hoy pasamos la barrera de los 40 evocamos con una sonrisa.
Estos chicos hoy no juegan al fútbol en la calle, no construyen casas en los árboles, no saben lo que es el "poliladron", el "ring raje" y para las chicas, saltar el elástico en la vereda suena a película en blanco y negro. Los pibes no tienen tiempo, esa es la verdad.
Lo estamos "preparando" teóricamente para una sociedad competitiva, y así, entre el colegio, inglés, computación, danza, etc,etc, llegan a la noche "fusilados" con un rato para la computadora o la play station. También la inseguridad entra a tallar en todo esto, porque no hay padre que pueda estar tranquilo con su hijo en la calle, pero lo cierto es que los tiempos cambiaron. Hasta las "bicis", en poco tiempo, van a pasar a ser piezas de museos.
La niñez que conocíamos quedó atrás y los niños de futuras generaciones podrían entrar a la edad adulta sin contar con las aptitudes esenciales para la vida y sociales debido a una falta de momentos para jugar 'libremente', según un estudio publicado por Persil. El reporte global, que marca el lanzamiento de la campaña Todo Niño tiene Derecho de Persil, fue conducido conjuntamente con expertos líderes en desarrollo de la juventud y destaca el desgaste de la niñez. El reporte halló que 85% de las mamás en Reino Unido están preocupadas de que los niños crecen demasiado rápido y 64% considera que los niños se privan de su niñez debido a la falta de momentos para jugar libremente.
Según los cables de las agencias de noticias, en respuesta a este estudio, Persil como parte de la campaña Todo Niño tiene Derecho, está lanzando su Iniciativa para Jugar Libremente 2008, un esquema nacional enfocado a ayudar a los padres a encontrar maneras inspiradoras para que sus hijos se expresen a través del juego creativo y sin estructura. Este esquema culmina en apoyo al Día para Jugar, la celebración nacional anual del derecho a jugar de los niños, el 6 de agosto de 2008.

¿Sabía usted que jugar libremente ayuda en las siguientes áreas del desarrollo de los niños? . A saber: Estimula su imaginación y creatividad , mejora el lenguaje y la expresión, les ayuda a mantenerse activos y evita la obesidad, disminuye el estrés, ayuda a levantar la autoestima, mejora el desarrollo emocional y las aptitudes sociales para su vida futura.

Asimismo, como una guía, se recomienda que los padres dediquen una hora diaria para jugar activamente, de preferencia al aire libre con todos los niños. Los niños necesitan muy poca estructura o motivación puesto que son naturalmente activos. Únicamente necesitan el tiempo, el permiso y el espacio adecuado. Para ayudar a sus niños a aprovechar al máximo su tiempo para jugar, la Iniciativa para Jugar Libremente se centra en cinco áreas de juego que pueden ayudar al desarrollo del niño (juego, exploración, creatividad, imaginación y experimentación). Se viene el Día del Niño. No van a recibir ni pelotas, ni patines, ni "gomeras" que sean utiles como para jugar en la calle. Son los tiempos modernos. Tiempos en los que desde el Reino Unido nos enseñan que hay que fomentar el juego al aire libre de los más chicos.

La ventana al mundo de antes

Muchos dicen que la televisión es la ventana al mundo a través de la cual se puede ver todo lo que pasa en tiempo real. Pero, ¿cómo era antes el aparato televisivo? Seguramente que menos vistoso que ahora y además algunas características que lo hacían particular. Nada de control remoto, a pararse y cambiar con la perilla los pocos canales de aire que se sintonizaban. Nada de imagen en extrema calidad o todas esas cosas que ahora inventan, un blanco y negro con bastante lluvia dependiendo si la antena captaba bien o no la señal. Nada de sonido surround, un solo canal para escuchar las voces que se emitían desde la televisión. Sin dudas mucho cambio desde que la televisión nació hasta estos tiempos modernos donde las pantallas planas y el sonido "envolvente" dominan el mercado. Pero en fin, tiempos para recordar, momentos que se vivieron...¿te acordás?

El Family Game

Y como no soy el habitual redactor de este blog, tal vez esto no sea tan viejo para sus habituales lectores, aunque para mí, si lo es. Eran los inicios de mi infancia y todos mis compañeros de escuela jugaban en la misma consola: el FAMILY GAME. Increíble, era una especie de PlayStation3 o Wii, pero en un formato totalmente simple. Sólo dos josticks y una consola con casettes para cargar los juegos, conectado al televisor y listo: la magia aparecía.

Tal vez el juego más conocido el Mario Bros, donde se tenían que pasar distintos niveles de aventuras con una interfaz gráfica que hoy nos soprendería. En fin, espero que el Family les haya traído algún recuerdo y que me cuenten ¿si lo usaban y a qué jugaban?

-colaboración j-

Esas series, ahora en películas

En estos tiempos en que la mayoría de las películas abundan con contenidos de viejas series de televisión bien vale el recuerdo del Superagente 86, uno de los últimos en salir de la pecera Retro a la pantalla grande. La serie duró cinco años y nació como una parodia a los formatos de espionaje como los de James Bond.
El protagonista de la serie fue Maxwell Smart (Agente 86) y la coprotagonista se llamaba "99". Ambos trabajaban para "Control" (parodiando a la CIA) y luchaba contra "Kaos" (parodiando a la KGB) la organización internacional del mal que a menudo deseaba conquistar el mundo o hacerlo estallar. El superagente usaba un "zapatófono" (precursor del teléfono celular) para comunicarse con el jefe pero casi siempre sus llamadas eran equivocadas y terminaba hablando con la operadora que le solicitaba poner monedas para continuar hablando.
Aquí una muestra de la genialidad humorística del reconocido Agente 86:



-colaboración J-

El "Topolín" que traía mi viejo

La otra noche estaba por llegar a casa y mi hijo, por mensaje de texto, me impartió la orden: "pasá por una estación de servicio y traeme un chocolate".
Cómo prefiero hablar antes que escribir, y más si uno estás manejando, lo llamé inmediatamente.
-¿No querés que te lleve un Topolín?
-¿Un Topo qué?, preguntó sorprendido.
-Nada, nada. Te llevo un chocolate.
De golpe me trasladé a mi infancia. Obviamente que a mi viejo no lo hubiese llamado por celular ni pedirle que pasara por la estación de servicio, salvo que mi madre necesitara kerosene para la estufa. En las estaciones de servicio no había golosinas, pero además, no había celulares. Pequeño detalle.
Pero volvamos al Topolín. Era mi golosina preferida. El Topolín implicaba una ceremonia. Era la sorpresa, el regalo que traía, nos traía, mi padre, a mis hermanos y a mi cuando llegaba del trabajo. No era una golosina cara, pero el momento en que mi viejo atravesaba la puerta del departamento, nos daba un beso y metía sus manos en el bolsillo, era sublime. Eso se registraba entre las ocho y las nueve de la noche. Nosotros -mis dos hermanos y yo-ya estabamos bañados, con el piyama puesto, viendo algo de tele, haciendo los deberes, o matandonos por alguna pavada esperando la llegada de papá mientras la vieja cocinaba. Lo de los pucheros, el estofado de pollo con fideos o la polenta con queso vale para otro comentario.
Nos encantaba el Topolín, con ese sobre de papel, descolorido, que uno abría esperando encontrar un pequeño juguete y el querido chupetín. Tengo grabado el gusto. Los gustos y los olores perduran. El del Topolín no me lo borra nadie.
Degustábamos con placer ese Topolín, como el chicle bazooka, las galletitas Manon que mojabamos en la leche, o algún "Mejoralito" que por ahí afanábamos de la caja de los remedios. Ya habíamos visto a "Don gato y su pandilla", "Los autos locos" y "Meteoro", habíamos hecho los deberes y usado el "Simulcop" para algún trabajo de Ciencas Naturales, y nos preparábamos para dejar atrás un nuevo día.
Supongo que mi viejo paraba siempre en el mismo kiosko donde lo esperaba el paquete de Parliament largo y los tres paquetes de Topolín. Cuando cobraba y se podía, nos sorprendía con tres chocolatines Jack, pero el Topolín ganaba por robo en cuanto a fidelidad. Nunca llegó sin la golosina o el paquete de figuritas.
Esos días únicos, irrepetibles, de nuestra infancia, cuando las preocupaciones, las obligaciones, eran cosa de "los grandes", son lindos para evocar de vez en cuando. Esta vez, gracias al "Topolín", la golosina de mi infancia que jamás conoció mi hijo.

El día que el viento se tomó descanso

Pintaba para ser una jornada relajada, pero se convirtió en todo lo contrario. La cosa fue así. Sobrina, cinco años, que llama por teléfono para invitar a una barrileteada familiar en el jardín. Papá y mamá laburando, de modo que el tío -a partir de aquí, el que suscribe-, sin dudarlo, aceptó gustoso. Allí estaba en la puerta del Inmaculada Concepción, en el corazón del Puerto, exactamente a las 10.30 como lo había pedido la "seño".

Entre padres, madres y hermanos ansiosos por iniciar el encuentro, ya íbamos "relojeando" los barriletes preparados por cada uno. Digamos que el nivel era parejo. No había ningún Jumbo ni nada que sobresaliera. Todos parejitos, siguiendo las instrucciones que las responsables de las salitas "Manchas verdes" y "Manchas azules", tal cual identifican a esas bandas de mocosos que ya en el patio estaban ansiosos por hacer volar sus cometas, habían mandado en el cuaderno de comunicaciones.

Cada uno, con su enano/a de la mano, fue buscando el mejor lugar en el amplio parque cual pista de despegue. Y así, como cuando a uno lo invitan a jugar al papi fútbol descubre sin temor a equivocarse quién tiene todas las fichas como para gastarla con sólo verlo en el precalentamiento, acá sucedió lo mismo. Detecté a dos descendientes de Jorge Newbery que se pararon como para hacer volar hasta a los árboles.

Obviamente me puse bien lejos de ellos. Alguien dio la orden de largada, y entonces sí, comenzó la actividad. Bah, es una forma de decir. Mar del Plata, nuestra bendita ciudad, ofrece 365 días al año con interesantes vientos, rafaguitas que te vuelan el peluquín al menor descuido. Pero éste es bisiesto, si no me equivoco. La ecuación es sencilla: el de la barrileteada fue el único día en que el viento decidió tomarse un merecido franco. Ni una mísera brisita. Nada.

Algunas mujeres corrían tomando el hilo, el abuelo que estaba a mi izquierda ya se estaba poniendo nervioso, y los parientes de Newbery tampoco lograban levantar el barriletito más allá de sus hombros. Pintaba mal de entrada la cosa. De más está decir que, tal cual lo preveía la noche anterior, lo mío fue un fracaso rotundo desde el vamos, pero confieso que estaba mentalmente preparado. Y con la excusa de que no había nada de viento, zafaba.

-"¿Qué pasa tío con nuestro barrilete?", preguntó Serena, ya con ganas de irse con sus amiguitas a correr, cortar flores o comerse toda la bolsa de Sugus bajo el ciruelo. - Nada, lo mismo que a los demás. No hay viento. - ¿Y si soplamos? - Bueno, intentemos.

Media hora ya había pasado. La única serena era Serena. Los padres, madres, tíos, abuelos y hermanos fuimos de a uno abandonando. Mientras tanto, escuchando ciertos diálogos, ratifiqué que estos pibes no tienen nada de santos. Son lo más irónico y dañino que uno pueda imaginarse.

"Mamá, esta porquería no funciona", lo escuché a uno, me la juego, el más vago de la sala, quien tiró su barrilete al piso sin ninguna diplomacia. La señora sonrió pero juego la cena que tuvo ganas de decirle que era un cretino, que no le importó que mami se perdiera tres horas con engrudo y cañitas, recortando letras para armarle el mejor barrilete con el nombre de Lucas estampado para que lo leyeran las nubes.

Caminé unos pasos, y esta vez era una nena la que mirando de frente a su padre le disparó sin anestesia: "papá, vos no sabés hacer barriletes", sin dejar espacio para cualquier tipo de respuesta o explicación. Se dio media vuelta y se marchó con otro piojo.

Cuando Serena amagó a decirme algo -ya me alcanzaba con lo escuchado, ya era consciente de mi torpeza- la llené de palitos de la selva y chupetines que, como un as de espada, guardaba en mi bolsillo. Me perdonó la vida y al rato andaba a los saltos por ahí.

Se me acercó un padre. "No hay nada de viento. Ayer lo probé en Mogotes y funcionaba. Mala suerte", se psicoanalizó. Me gustó su corto, concreto y realista análisis que compré en forma inmediata.

A pasos apenas, el que se iba a comer a los chicos crudos desenterraba su ahora destartalado cometita, que se había clavado en el medio del parque. A esa altura, la única que corría era la mañana. El espacio aéreo seguía bien limpio. Tengo 54 madres y 16 padres que no me dejan mentir. No volaban ni las moscas. Uno a uno fueron, fuimos, desistiendo, buscando programas alternativos hasta el mediodía. Aparecieron entonces los mates, se improvisaron las rondas, y los juegos informales con los chicos.

A las 11.20 exactamente todo se sacudió. Primero fueron gritos y después aplausos. Reaccioné y busqué. Todas las miradas todas apuntaban hacia el cielo. Un barrilete celeste y blanco, con una hermosa cola, cual novia del viento, allá se iba cada vez más alto. En instantes comprendimos que este tipo borraba de un plumazo todas las excusas. El tenía viento, o por lo menos su artefacto subía y subía. Los mates quedaron de lado y todos fuimos por otro intento. Acá, allá, corrían, se agitaban los brazos, se cambiaba de lugar, pero nada.

El del tipo aquel cada vez se iba más lejos. Los chicos seguían quemando energías pero "relojeando" al único habitante del limpio cielo. Y el hombre, claro está, gozaba. Me lo imaginaba en el almuerzo diciéndole orgulloso a su párvulo: "¿viste que el único que voló fue el que hizo papito?".

Papito: ahora te lo puedo confesar. Todos los que pasamos cerca tuyo, todos los que te felicitamos, todos los que dijimos pavadas del estilo "muy bueno lo tuyo", o "sos un maestro", te odiamos. Sí, con todo el corazón, porque nos clavaste un puñal en el medio del orgullo, porque nos hiciste tomar mate acompañado por el amargo polvo de la derrota.

Papito, pedí tres deseos cuando veía tu barrilete allá en el cielo. Como no se cumplieron te los cuento en orden de importancia. ¿Me escuchas? Primero, que pasara un helicóptero de la Prefectura y se comiera tu objeto volador, segundo, que de la nada surgiera un rayo que te lo incendiara, y tercero, que cayera un aguacero que te lo arruinara allá en lo alto. Si se daban los tres juntos, bingo.

Sí "papito", vos te reirás al leer estas líneas, pero te regalo la imagen del tipo que vi sentado ahí, a un costadito, con su barrilete cósmico y su honor hecho pedazos. Cabeza gacha, pasé junto a él, tuve ganas de invitarlo a tomar un whisky, a darle ánimo, pero me miró con sus ojos de perro extraviado, volvió a esconder la cabeza, y dejé que solito elaborara su duelo.

Rogaba que llegaran las 12, que terminara este suplicio. A la hora señalada se dio por terminada la fiesta, y cada uno para su casa. Me despedí de Serenita, y lejos de recibir un reproche, me regaló el beso más dulce de esa mañana distinta.

Ya estoy ahorrando para la próxima: me compro un barrilete a control remoto, me pongo al lado de "papi" -hablando en serio, un campeón- y entonces sí, que me echen los galgos.

El día en que Mar del Plata se vistió de blanco

En estas horas, en que se habla de la posibilidad de una nueva nevada en Mar del Plata, la memoria nos lleva al primero de agosto de 1991, el día en que Mar del Plata se vistió de blanco y fue una verdadera fiesta.

Seguimos esperando que se repita. Cuando los meteorólogos advierten que están dadas las condiciones, cuando el frío se hace sentir como en estos días, los habitantes de esta ciudad nos retrotraemos a aquel primero de agosto del 91, el día de la nevada. Imágenes que quienes fueron testigos, jamás podrán olvidar. Fue una jornada distinta, atípica. Con sus cámaras en mano -no existían, cabe recordarlo, las digitales de hoy ni los celulares que permiten inmortalizar un momento-, los marplatenses se trasladaban de una punta a otra de la ciudad para observar los alcances del fenómeno.

Los muñecos de nieve se multiplicaban en los barrios, mientras el Casino, el Faro, el Parque San Martín, las playas, Parque Camet, Sierra de los Padres, el Puerto, Punta Mogotes y todos los paseos de la ciudad recibían la visita de los curiosos que se asombraban ante los nuevos paisajes.

"Nieve: una fiesta para Mar del Plata", fue el título de la tapa de LA CAPITAL del 2 de agosto de 1991, una edición histórica que se agotó a las pocas horas de salir de las rotativas, con decenas de fotografías y testimonios sobre la nevada. Tan especial fue ese diario que por primera vez en los más de cien años de historia de este matutino, la marca de la tapa fue modificada, añadiéndosele dibujos de la nevada sobre cada una de las letras de LA CAPITAL. Nuevas ediciones debieron imprimirse a lo largo de la jornada, a pedido de los "canillitas" que llegaban hasta nuestra planta editora buscando más ejemplares. Diarios, en definitiva, que están guardados, cuidadosamente, en miles de hogares como reflejo de aquel día único.

"Un fenómeno meteorológico que pudiera ser rutinario en muchas geografías del planeta, tiene para nuestra ciudad carácter de acontecimiento. La nieve fue, en consecuencia, el hecho destacado del día de ayer, el comentario obligado en todas las tertulias, y como es habitual, la nota reproducida en imágenes por todos los medios televisivos del país. Fue una nevada en forma. persistente, abundante, generosa. Para muchos, un episodio inédito en su vida. Y sin duda una experiencia que, de no estarse produciendo una modificación significativa del tiempo en estas latitudes, tardará en volver a producirse...", se leía en la tapa de LA CAPITAL. Y fue cierto. Han pasado 17 años y no volvió a verse algo igual.

La crónica seguía ilustrando lo sucedido. "Nevó toda la noche. Lenta y silenciosamente. Y los primeros muñecos de nieve comenzaron a tomar forma entre bufandas y gorros de lana, cuando la lógica indicaba que el lugar más apropiado era la alcoba y la calidez de la cama".

"Sin duda, los más sorprendidos por el aspecto que mostraba la ciudad fueron aquellos que se levantaron con las primeras luces para concurrir a sus ocupaciones. La nevada seguía cayendo sobre la ciudad copiosamente -se prolongó casi hasta las 9.30- y cubría con un manto blanco paseos, edificios y arterias", se consignaba en la portada.

También, en otro párrafo, se puntualizaba textualmente: "Alguien afirmó que ante esta circunstancia tan imprevista, fue declarado en la ciudad un "feriado popular". La mayor parte de los establecimientos educativos decidieron no dictar clases por la conjunta voluntad de alumnos y docentes que decidieron ocuparse más del fenómeno meteorológico que del álgebra y la ortografía".

Durante varios días no se habló de otra cosa en Mar del Plata. Hasta el "Yomagate" quedaba de lado. Las casas de fotografías trabajaban a destajo para poder satisfacer los pedidos, miles, mientras se lanzaban concursos para elegir las mejores imágenes.


Tiempo de recuerdos

Quince años pasaron ¿Qué sucedía en la ciudad, el país y el mundo en aquellos tiempos? Recorrer el archivo puede activar recuerdos y, en otros casos, evidenciar que poco ha cambiado. La nieve era la "vedette" de las noticias, pero en LA CAPITAL de aquellos días uno podía leer noticias y avisos que invitan a la nostalgia.

* Carlos Menem era el presidente de la Nación y el plan de convertibilidad cumplía cuatro meses.

* Los más chicos se deleitaban con "El show de Xuxa" y "Las Tortugas Ninja" programas que se veían por canal 8, mientras que en el 10, a medianoche, "A la cama con Moria" se convertía en un clásico, al tiempo que en telenovelas, "Una voz en el teléfono" se imponía con comodidad. ¿Otros programas exitosos?. "Feliz domingo para la juventud", "La familia Benvenutto" y "Ritmo de la Noche", con Marcelo Tinelli.

* Boca ganaba el campeonato ante Platense, 3 a 1, con una recaudación de 420 mil dólares. Los "xeneizes" formaban con Navarro Montoya, Soñora, Simón, Hrabina y Moya; Pico, Apud, Tapia y Latorre, Graciani y Batistuta. Unos días más tarde, para definir al campeón del año que iría a la Libertadores, Boca caía ante Newells por penales en una tarde lluviosa. Los rosarinos eran dirigidos por Marcelo Bielsa, el mismo que le dijo no a Boca hace algunas semanas.

* En las páginas de "Espectáculos " se anunciaba en aquel agosto del 91, que estaba por estrenarse "Atame", de Almodovar. En el cine "América" podía verse "El silencio de los inocentes". Uno de los pocos cines que quedó en pie. Porque, por ejemplo, en el Nuevo Belgrano se proyectaba "Mujer Bonita", en el Luro, "Cuando Harry conoció a Sally", en el Gran Mar, "Highlander II", en el Regina, "El inquilino", en el Odeón, "Ghost, la sombra del amor", en el Ocean Rex, "Durmiendo con el enemigo", en el Diagonal "Rocky V" y en el Atlantic, "The Doors". Cines que no existen más.

* El supermercado "Elefante" promocionaba algunas ofertas. Los 100 gramos de jamón crudo se podían comprar a 20.900 australes (sí, australes), las galletitas "Criollitas" a 3.800, el puré de tomate a 4.650, la sidra a 11.100 y la damajuana de vino tinto a 40.500 australes. En cambio, "Aragone" ofertaba un minicomponente con doble casettera por 396 dólares, y una videocámara a 1.235 dólares.

* En Wimbledon, Steffi Graf derrotaba en la final a Gabriela Sabatini y en Mar del Plata, Alvarado se consagraba campeón del fútbol local, con "Pancho" Rago encabezando la vuelta olímpica.

* Angel Roig era el intendente de Mar del Plata, Independiente anunciaba que se retiraba Ricardo Bochini y las vacaciones de invierno en la ciudad se daban con mucho frío, como hoy.

* Daniel Scioli, hoy vicepresidente de la Nación, corría en Viarregio, Italia, con su espectacular lancha, mientras que Any Costaguta gritaba su sorpresa ante los medios, puesto que su esposo Bernardo Neustadt se casaba con Claudia Cordero Biedma.
* En fútbol, la Selección Argentina se coronaba campeona en la Copa América de Chile. En la final derrotaba a Colombia por 2 a 1. ¿Los titulares?. Goycochea, Basualdo, Vázquez, Ruggeri y Altamirano: Franco, Astrada, Simeone y Rodríguez, Batistuta y Caniggia. Aquel seleccionado era dirigido por Alfio Basile. Todo vuelve...

* Se anunciaba en aquellos días, mientras los Juegos Panamericanos comenzaban en Cuba, competencia previa a la que se concretaría en Mar del Plata en 1995, que en noviembre del 91 llegaría a Mar del Plata el "Kitty Hawk", un enorme portaviones de Estados Unidos. Luego llegaría la polémica sobre las miles de prostitutas de todo el país que se trasladarían a Mar del Plata para aquellas fechas -según varios diarios capitalinos-, aunque nunca llegaron. Un título de LA CAPITAL rezaba textualmente "El puerto marplatense en pésimas condiciones: abunda la chatarra de los buques hundidos".

* Para cerrar, algunos precios. Un chalet de 3 ambientes, con parque y cochera, a estrenar en el barrio Caisamar, costaba 26 mil dólares; un departamento de un ambiente, en Santa Fe y Moreno, 11.200 dólares, y alguien compraba en Playa Grande, un piso (3 dormitorios, dos baños, living, sauna, departamento de servicio), por 105 mil dólares. En materia de autos, un Renault 18 modelo 1983 (ocho años de uso), se conseguía por 8.900 dólares, un Citroen 72 a 1.350 dólares, un Taunus modelo 80 se vendía a 4.500 dólares y un Ford Sierra modelo 90 (un año en la calle) cotizaba a 17 mil dólares.

De tapitas y Cerebro mágico

Me llegaron las dos fotos en un mail, y no dejé de recordar aquellos buenos tiempos donde juntaba y coleccionaba absolutamente de todo. Estampillas, marquillas de cigarrillos, figuritas, monedas y hasta tapitas de gaseosas. En aquellos años no había que guardar tres tapitas y pagar dos pesos para llevarse un vasito de plástico. No, estas que venían en la foto las recuerdo perfectamente.
Había de Hijitus, Cachavacha, Petete, El Buho, Hijitus, y otros personajes de aquellos tiempos. Los dibujos venían cubiertos por un "plastiquito" transparente y podrían pegarse en unos albumes que, completos, te hacían acreedor a un premio.
No en todas las casas se tomaba gaseosa, pero siempre había un mozo amigo, un empleado de un bar o un vecino que te las guardaba. Cuando recibías más de diez tapitas te sentías un súper héroe.
Ya más adelante pasé tardes enteras con el Cerebro Mágico. De un lado tenía preguntas y del otro respuestas.
Si tocabas una pregunta con un cable y la respuesta acertada con otro cable, se prendía una lucecita y te sentías un verdadero Einstein.
Más de una vez lo desarmé para intentar averiguar como funcionaba. Y ahí se perdió toda la magia de este juego educativo.Había preguntas de matemáticas, historia, geografía,biología, literatura y de interés general.
¿Cuál era el secreto?. A la pregunta de la primera fila a la izquierda le correspondía siempre la segunda respuesta de la última fila de la derecha y no importaba el cartón que pusieras. Los lugares eran fijos, y ante tus amigos tenían la oportunidad de lucirte y ganar siempre, no por conocer las respuestas sino el lugar exacto donde iba el cablecito de tu derecha.
Autoengañadome que era más inteligente que mis amigos del barrio fueron pasando lo meses hasta que la verdad quedó ahí evidenciada y el juego perdió todo su atractivo.
Entonces sí, aparecían otras alternativas aunque nada como salir a "callejear", con una pelota de fútbol o una "hondera" hasta que tu vieja se asomaba a la puerta de la casa para gritarte que estaba lista la comida.

Boliches que han desaparecido

Alguna vez fue la avenida del ruido. Constitución cobraba vida propia, y en cada cuadra, uno o dos boliches convocaban en las noches veraniegas a millares de jóvenes. Eran otros años. Es más: algunos pagaban una entrada en una "boite" y si se aburrían o no lograban su objetivo, se trasladaba hasta otra donde también el movimiento era intenso.
La avenida Constitución fue sede también de algunas historietas de Isidoro Cañones. Hoy quedan algunos locales bailables, verdaderos centros nocturnos, como Sobremonte, Chocolate y Gap pero en comparación al panorama de años anteriores, todo ha cambiado.
La "movida nocturna" hoy parece pasar por la calle Alem, y los pubs de Hipólito Yrigoyen con los problemas propios de esta época.
Días atrás, revisando entre papeles, folletos y revistan que se acumulan en las oficinas de cualquier diario, apareció este libro con fotos de aquellos años. Aqui van entonces para disfrutarlos y recordar aquellos años, esperando los aportes de los lectores del blog.

Constitución, "la avenida del ruido", en los 70 forjó parte de la identidad del balneario y estaba llena de boites de moda.
Guillermo Villarreal, en un artículo publicado en el diario Clarín recordaba que no había otra cosa, ni farmacias, ni inmobiliarias, ni hipermercados. Nada, sólo exclusivas boites. No pisar la pista de alguna de ellas era como no haber venido a Mar del Plata. El perfil de Constitución cambió, pero la avenida del ruido subsiste con megadiscotecas y pubs.
En la década del 70 forjó parte de la identidad de la ciudad. Desde la ruta 2 hasta la costa había unos treinta boliches, y se diferenciaban por el estilo musical.
"Era otra cosa. No ibas a ver a nadie de zapatillas ni mal vestido. Todo el mundo se preparaba para ir a la avenida porque sino no existías", recordó Juan Carlos Olivito, que desde 1972 y durante 15 años fue el disc jockey de Sun Set. Por su pista levadiza pasaron todas las figuras de la farándula y era muy común ver entrar a Ringo Bonavena fumando un habano o a un rockero Guillermo Vilas tomando un trago en la barra.
Según ese artículo, en cuanto a la moda, se hacía referencia a camisas de solapas anchas, pantalones pata de elefante y mocasines relucientes para ellos. Ellas, minifaldas y botas altas, aun en pleno verano. Podría decirse que los looks son los mismos que ostentaban Isidoro Cañones y su amiga Cachorra en sus escapadas a Mar del Plata. De hecho, el creador de la historieta, Dante Quinterno, regaló al boliche un cuadro con una serie de Isidoro en Sun Set.
Fue la época de los discos de vinilo. "Había que tener oído para cortar y mezclar", cuenta "el Negro" Olivito. Su apodo viene de su preferencia por el soul. La rutina de las discos comenzaba con lentos desde las 22. Y desde la una, "movidos" hasta la salida del sol.

"En 1974, cuando la ciudad cumplió 100 años, todos los boliches sacaron los parlantes a la calle y convirtieron a la avenida en peatonal". Es una de las fiestas que recuerda Olivito, pero en realidad, dice, "entonces había fiesta todos los días".

La mayoría de las boites, como llamaban entonces a los boliches, desaparecieron. Estaban Beduinos, Bossa Nova, Llao Llao (el primero de Constitución; ahora hay un edificio de departamentos), Kokeshi, Canela, Aloha y Mau Mau, entre otros. Y dos inolvidables: Enterprise, que deslumbró por su arquitectura; emulaba un platillo volador y en la puerta atendía un robot, y El Castillo (después paso a ser Simbiosis y hoy es un gimnasio).



Pocos canales, muchos recuerdos

"Yo tengo, usted tiene,
todos tenemos un televisor
las películas de Tarzán, Batman,
Robin y superman
nunca llegan a sostener
un departamento que se va a caer
ni aplicandole el control
con los aparatos de los de Cipol"
(Fragmento del tema "La del televisor", de Piero)

Ahora que mis compañeros me "invitan" a prenderme en la locura de Lost, con la primera, segunda, tercera o cuarta temporada en DVD para ver "cuando quieras"; cuando se vienen los cambios de los decodificadores; cuando los plasmas gigantescos bajan de precios para que uno los tenga hasta en el baño; cuando uno tiene para elegir entre 90 canales y va de arriba hacia abajo y viceversa yendo de Nickelodeon a Discovery, que quiere que le diga, surge cierta melancolía en relación a aquellos años que había cuatro o cinco canales nada más.
No voy a caer en la torpeza de decir que eran tiempos mejores, pero por lo menos, uno seguía determinados programas y no existía la locura del "zapping". Tengo 43 años y guardo los mejores recuerdos de mi infancia televisiva con el aparto, blanco y negro obviamente en el comedor, con un "estabilizador" -una caja que nunca supe para que servía-, y hasta siento el olor del café con leche con pan, manteca y azúcar, mientras me deleitaba con "El Zorro".

Parentesis. Mi abuela me regaló una vez un disfraz del Zorro. Estuve tan entusiasmado corriendo con la espada imaginaria a mis hermanos, que en determinado momento me "comi" el marco de la puerta de la cocina, guardando como recuerdo tres hermosos puntos sobre mi ceja izquierda. Mis viejos me sugirieron que, con mis queridos hermanitos, nos dedicaramos a jugar a "La familia Ingalls", algo más tranquis obviamente. Eso si, nadie quería hacer de Laura. Somos tres varones.Cierro parentesis.



Los dibujutos animados, La Pantera Rosa, Piluso y Coquito, Carlos Balá, Pepe Biondi al mediodìa, antes de ir al colegio, Jacinta Pichimahuida, Los Autos locos, Flipper, Bonanza, Batman, Daktari, Lassie, el Super Agente 86, marcaron mi infancia.


¿Sigo?. La familia Telerin, el Topo Gigio, Los Muppets, Hijitus, Bugs Bunny, Titan es en el Ring, Plasa Sésamo, El hombre del rifle. Después llegaron El IncreIble Hulk, La Mujer Maravilla, Dallas, Koyak, Columbo, Super Agente 86, Starky and Hutch, Los Angeles de Charly(¿quien no se enamoró de Farrah Fawcet?),Dinastía, y miles de programas más. Es este listado absolutamente incompleto -bienvenido el aporte de los lectores- y cada uno tendrá su recuerdo.


Odiaba los domingos a la noche. Era la hora, después de Titanes en el ring, de irse a la cama para arrancar el lunes la escuela. Desde la habitación se escuchaba el programa de "Tato Bores", a quien mi viejos veían sí o sí, al igual que "Grandes valores del tango". Escuchar a Tato significaba la muerte del fin de semana. Mi vieja planchaba los delantales y Tato monologueaba. Creo que recién de grande aprendí a valorarlo y quererlo. De chico le tenía cierta "bronca" al queridísimo Tato.

Así como en materia radial, mi infancia es equivalente a escuchar el "Rapidísimo" de Larrea, a Antonio Carrizo o al Gordo José María Muñoz los domingos con sus contactos con la Antártida, en una galería de fotos televisivas no podrían faltar Mirtha Legrand, Pipo Mancera, "Cacho" Fontana, Pinky, y obviamente Alberto Olmedo y Jorge Porcel. Ellos fueron mis compañeros de televisión.

Veré Lost, seguramente. Me gustará, seguramente. Pero nunca, nada en televisión me va a devolver los increíbles e inolvidables momentos de mi infancia, cuando las rodillas estaban morotoneadas y llenas de "cáscaritas", las "Flecha" azules descocidas, la pelota de fútbol siempre cerquita y las figuritas de lata en el bolsillo del pantalón.


Algunos videos de series para compartir





Súper Agente 86



Titanes en el ring



VideoMatch



Tato Bores

Avisos con historia

Los turistas extranjeros no paran de comprar en San Telmo, viejos afiches o carteles de publicidades comerciales que hicieron historia. Hoy están de moda, incluso en los bares y confiterías de la ciudad, donde cuadros de avisos de Fernet, Coca Cola, Quilmes, etc, adornan las paredes.
Pero fascinante puede resultar también recorrer viejas colecciones del diario LA CAPITAL donde uno se encuentra con avisos de firmas tradicionales que ya desaparecieron, mientras otras siguen en pie atendidas por distintas generaciones de una misma familia.
El primero de enero de 1928, es decir, hace 80 años, LA CAPITAL publicaba un suplemento especial en el cual, entre otros, José Ingenieros firmaba un artículo sobre "El valor del tiempo". Entre espectaculares avisos que se reproducen a continuación, Ingenieros señalaba que "por el valor que atribuyen al tiempo puede medirse el mérito de los hombres. El insignificante, vive aburrido, preocupándose de la manera de matar el tiempo; el hombre de vida intensa no se tedia nunca, ingeniándose para multiplicar las horas del día". Y a renglón seguido apuntaba que "aunque parezca paradojal, el holgazán vive diciendo que no tiene tiempo de hacer ninguna cosa de provecho, en cambio al hombre activo le sobra para todo lo que desea ejecutar a punto de que los perozosos se preguntan ¿cuando trabaja?".

Pero el tema pasa por los avisos. A. de Leonardis, la casa de ropa, ofrecía "juego de camiseta y calzoncillo" a 2,90 pesos, y sombreros de paja fina con tafilete de cuero a 2,50 pesos.

Mientras tanto, "Los 36 billares", de Constantino Menéndez, anunciaba "bebidas nacionales y extranjeras legítimas", en San Luis 1731.

En "Catuogno y Cia" se vendía el "Buick", el automóvil con pique, velocidad, poder, belleza, distinción y elegancia, al tiempo que la mueblería "Pascarelli", de Rivadavia 2563 alquilaba muebles, colchones y pianos por la temporada. La empresa Pedro Guma anunciaba que construía un chalet en 25 de Mayo y Rioja por 18.000 pesos.


Avisos para recordar. Avisos que testimonian también parte de la historia de Mar del Plata